Sierra de Urbasa

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Urbasa y Andia juntamente con Entzia, son en realidad tres partes de un único macizo montañoso que primitivamente se llamó Andia[1]. Pertenecieron al patrimonio de la Corona Real de Navarra y de ella pasaron al Patrimonio del Estado. Entzia se encuentra hoy en la jurisdicción de Álava. En las sierras de Urbasa y Andia todos los navarros tienen derecho a gozar con sus ganados de las hierbas, pastos y aguas sin pagar canon alguno[2].

Los habitantes del Valle de Améscoa desde tiempos remotos han mantenido sus ovejas durante una buena parte del año en la Sierra de Urbasa; la meseta de esta sierra ubicada al norte del Valle tiene excelentes pastizales para el ganado lanar.

A principios del siglo XX la chabola del pastor era un pequeño recinto de mampostería de piedra y mortero de arena y cal; la cubierta, a dos aguas, se revestía con céspedes (tepes); la puerta estaba orientada al sur. Constaba de tres departamentos; junto a la puerta de entrada se hallaba la cocina de fogón de leña donde se cocía la comida en una olla o calderín de hierro; más al interior se encontraba el dormitorio, con un único mueble que era un camastro de madera con jergón de hojas de maíz y colcha y mantas para abrigarse; al fondo, se hallaba el departamento destinado a los quesos, gaztandegia, con su ventana orientada al cierzo. Los quesos se depositaban en una estantería rústica de tablas[3].

En las proximidades de la chabola se sitúan otras construcciones pastoriles: el estajo, la pocilga o cortín y a veces el arteche y el corral.

Estajo. El estajo es el cercado de estacas de madera de haya donde se encierran las ovejas para el ordeño: en algunas txabolas el cercado es de pared seca de piedra.

Cortín. El pastor criaba normalmente cerdos; los alimentaba con ortigas a las que se mezclaba menudillo con el suero. Para su cobijo se construía el cortín, un cercado de pared seca, sin cubierta. A la tabla que hacía de puerta de la cochiquera la llamaban taca. También cubrían estas pocilgas con maderas y tepes.

Arteche. Desde antiguo no se permitía en la sierra levantar construcciones con cubierta de tejas; por ello los pastores cubrían sus chabolas con tepes. Para encerrar el ganado se levantaban arteches: recintos rectangulares construidos con piedra y mortero. Tenían una cubierta a dos aguas de vertientes muy pronunciadas cuya estructura se formaba con gruesas ramas de haya e iba revestida de una espesa capa de helecho, falaguera. En los años setenta seguían denominando arteche a las construcciones de este tipo.

Arteche de pastor. Urbasa (N). Fuente: Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Tomo III. Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1971: Luciano Lapuente.

La Diputación Foral de Navarra, que administraba y regulaba el uso de la sierra, consintió tácitamente a partir de la década de los sesenta el uso de la teja para cubrir las construcciones; a raíz de esto los pastores modificaron sus cabañas. Éstas han venido a ser casitas de planta baja muy bien acondicionadas con corrales cubiertos con teja o con planchas onduladas de uralita.

Corrales: En siglos pasados, cuando abundó la oveja churra, los amescoanos «para cubilar el ganado lanio» construyeron corrales con cubierta de teja en el Monte de Limitaciones (de Lóquiz) situado al sur del Valle; actualmente todas estas construcciones se encuentran en ruinas.

Algunas casas de Améscoa poseen corrales o bien en la Sierra de Lóquiz o en la de Urbasa; son de planta baja con techo a tejavana y los destinan a recoger en ellos el ganado, generalmente lanar[4].

También desde Izurdiaga (N) los pastores iban con sus rebaños a la Sierra de Andia y a Aralar. En el pueblo se recuerda todavía cómo construían antaño los pastores sus chozas en estas sierras. «Se escogían piedras que se colocaban de forma que encajaran unas con otras y formaran las cuatro paredes; las dos que constituían los muros más cortos tiraban para arriba hasta terminar en triángulo. Luego estas paredes en punta se unían entre sí con tres vigas de madera: una se ponía de vértice a vértice y las otras dos a media altura. Encima de ellas se colocaban de forma transversal ramas de haya de modo que no pasara la lluvia. En el suelo se depositaban maderas y ‘oliagas’ (aulagas) sin pinchos como camastro del pastor. Junto a la choza se hacía con piedras un cerco rectangular con una entrada que se cerraba con ramas cruzadas. Los que disponían de medios cubrían este cercado con maderos y encima ramaje, helechos, etc».


 
  1. Luciano LAPUENTE. «Estudio etnográfico de Améscoa (IV). Grupos de actividad. Ganadería y Pastoreo» in CEEN, VIII (1976) p. 432.
  2. Según los informantes de Lezaun, a la Sierra de Andia podían acudir todos los navarros excepto los de Estella y Puente la Reina sin que se sepa las razones de ello. De hecho nunca han conocido que rebaños de estos pueblos pastaran en Andia.
  3. LAPUENTE, «Estudio etnográfico de Améscoa», cit., pp. 81-82.
  4. Ibidem, pp. 81-82.