Potras y burros
En Carranza (B), según los informantes, las crías, nacidas al principio de la primavera, maman durante varios meses. Las yeguas enseguida vuelven a salir al caballo tras el parto. Si quedan preñadas amamantan a sus crías sólo durante 5 ó 6 meses, transcurridos los cuales les propinan patadas cada vez que intentan acercarse a mamar. Si no quedan grávidas mantienen la lactación hasta septiembre u octubre.
Al mes o mes y medio de vida, el potro comienza a probar los respigos o puntas de la hierba. A partir de los dos meses ya pace junto a su madre; mientras tanto sigue mamando. El periodo que transcurre hasta que comienza a pacer depende de la cantidad y calidad de la leche producida por la yegua.
Cuando se trata de un potro nacido de una yegua de casa, aunque ésta vuelva a quedar preñada le deja mamar durante un periodo más prolongado. Los informantes aseguran que se comporta de este modo porque sabe que no le va a faltar alimento durante el invierno. El potro al cabo de un tiempo comienza a probar de la hierba o del pienso que se le echa a la madre hasta que por fin «rompe a comer».
Durante el periodo de lactación se debe evitar que la cría mame estando la madre acolechada, cansada y sudorosa, a causa de un esfuerzo. En tales circunstancias se debe esperar a que se serene, de lo contrario al potro le sienta mal la leche. Si ocurre esto comienza a comer sus propios carajones, excrementos, o los de su madre y termina por morir, sin que se conozca remedio para evitarlo.
La crianza de los burros sigue las mismas pautas que la de los potros: pasan varios meses mamando y desde el primer o segundo mes comienzan a comer hierba.