Procedimiento de ordeño
Antaño comenzaban a ordeñar sacando unas churretadas de leche sobre la palma de la mano formando un cuenco y con ella frotaban la ubre. Lo normal era que cuando la ubre estuviese sucia se lavase con un saco fino humedecido en agua. Más tarde se empezaron a utilizar esponjas.
El masaje que se efectúa para lavar la ubre se prolonga con el fin de que comience a segregar leche. Este masaje suele ir acompañado de palabras tranquilizadoras dirigidas a la vaca. Se consigue así que se inicie la secreción o como se dice, que baje el golpe de leche. Entonces los pezones se notan hinchados y tersos y al apretarlos sale la leche.
El ordeño se efectúa apretando de dos en dos las tetas o pezones. Se rodea el pezón con la mano y se comprime primero en la zona de inserción del mismo en la ubre, a la altura donde se sitúan los dedos índice y pulgar; después se continúa haciendo presión con los demás dedos en dirección hacia el meñique a la vez que se tira del pezón hacia abajo. Se debe apuntar hacia el balde de modo que el chorro de leche entre en él. Cuando las dos tetas dejan de dar se pasa a las otras dos. Después se vuelve a las primeras porque les viene un segundo golpe y así sucesivamente hasta que no es posible extraer más. Se dice que esta última leche es la que más grasa contiene. Al final del ordeño el volumen de la ubre se reduce y los pezones quedan completamente flácidos.
Concluido el ordeño, la leche se solía verter en una cacharra que tenía colocado un colador de malla para retener las impurezas.
Las vacas se ordeñan dos veces al día, a primera hora de la mañana y al atardecer. Cuando están en celo dan algo menos de leche; cuando están preñadas, en los meses anteriores al parto desciende la producción de leche; es necesario que deje de darla para que el feto alcance el tamaño adecuado. Esta acción, conocida como dejar secar una vaca, se caracteriza por ir espaciando los ordeños de tal modo que inicialmente sólo se ordeña a una saca, después en días alternos hasta que deja de segregar leche.
Hoy en día ya apenas se ordeña a mano, salvo en el caso de tener un animal en casa para tener leche de consumo propio. Aun en este caso suele ser habitual que se disponga de una pequeña ordeñadora mecánica de las primeras que se introdujeron en los años setenta.