Marcas de propiedad del ganado

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Las marcas de propiedad se aplican al ganado cuando éste es llevado a los pastos de monte donde pacen reses pertenecientes a otras casas; estas marcas permiten también identificar los animales cuando marchan por la cañada o cuando se extravían apartándose del rebaño[1].

Dependiendo del tipo de ganado las marcas son distintas; pueden ser permanentes como los cortes en la oreja o los signos aplicados sobre la piel con hierro al rojo vivo; pueden ser temporales como las impresas con pez o los cortes en crines y colas del ganado caballar. Las marcas hechas con pez y a fuego indican a veces que se ha pagado la cuota anual correspondiente al disfrute de los pastos comunales; la temporada siguiente, en su caso, habrá de repetirse la operación. En ocasiones se han combinado distintos tipos de marcas. Los collares y los cencerros que llevan al cuello las reses sirven para identificar su pertenencia.

Desde hace algunas décadas la administración pública obliga a colocar en todas las reses, incluidas las de monte, un distintivo de control sanitario consistente en un crotal o pendiente de plástico o de metal que se coloca en la oreja; en él consta el número de identificación de cada animal.

Tal y como se ha señalado anteriormente, se marcaba sobre todo el ganado que «se echa al monte»: vacas, ovejas, cabras, yeguas y, en algún caso, también cerdos. Sin embargo las encuestas han recogido algunas excepciones: en Bernedo (A) y San Martín de Unx (N) indican que no se marcaban las vacas y caballos por ser fácilmente reconocibles; en Ribera Alta (A), al igual que en otras localidades, señalan que únicamente se marcaban las ovejas y en Mélida (N) anotan que éstas solamente llevaban señal cuando pertenecían a grandes ganaderos; en Berriz (B), aunque lo habitual es marcar las ovejas, hay familias que no las han marcado nunca; en Allo (N) precisan que tenían marca de propiedad únicamente los animales que gozaban de libertad; los ganados de labor no llevaban marca alguna ya que cada cual reconocía a sus animales y no se les daba suelta a no ser que fueran en rebaño bajo la tutela del dulero o del boyero.

El ganado que fuera propiedad de una familia, independientemente de la especie de que se tratara, portaba siempre la misma marca de la casa (Larraun, Lezaun-N; Zeanuri, Valle de Orozko-B). En Bernagoitia (B) anotan que si una casa heredaba o compraba el rebaño de otra se respetaba la marca anterior.


 
  1. A mediados del siglo XIX el historiador guipuzcoano Iztueta recogía el interés de la marca para la identificación del ganado: el pastor que encontraba una oveja perdida se hacía cargo de ella momentáneamente. Rápidamente se difundía la noticia de que «con esta o aquella marca en las orejas se halla una oveja en el rebaño de fulano o de mengano, y el pastor-propietario, al llegar con la verdadera marca, llevará consigo su oveja perdida». Juan Ignacio de IZTUETA. Historia de Guipuzcoa. Guizpucoaco condaira. Donostia, 1847, pp. 626-627.