Inspección de las reses

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En primer lugar, el ganado que se vendía en las ferias era objeto de atenta inspección por el comprador, en ocasiones con ayuda de terceros, antes de tomar la decisión de adquirirlo.

En Sangüesa (N) cuando se compraban animales de labor o vacas, principalmente en las ferias, se miraba primero la dentadura del animal para distinguir si era joven o viejo; se tenía en cuenta su gordura o delgadez y si eran caballerías se les hacía correr para detectar si cojeaban, incluso se les llegaba a uncir a un carro para saber si estaban acostumbradas a tirar de él o a llevar carga. «Por la cara y el pelo sabían el estado del animal» –señalan los informantes–. Si se le miraba fijamente al ojo y no lo cerraba, significaba que era tuerto. La costumbre de revisar e inspeccionar las diversas partes del animal tales como dientes, cuernos, pezuñas... ha estado bastante generalizada, y así se ha constatado también en Aoiz y Ultzama (N).

En Moreda (A) antes de formalizar la compra se miraba la dentadura al ganado para saber su edad. Algunos ejemplares podían presentar dientes «a picón», es decir, dientes que no igualaban y por tanto tendrían dificultades para comer bien en el campo. También se observaba si padecían alguna anomalía como cojera, asma (para lo que se les hacía trotar), etc. Se llevaba a cabo el examen del carro para saber si el animal tiraba bien. Ultimado el acuerdo, el veterinario del ferial inspeccionaba el animal y si no apreciaba ninguna anomalía se cerraba el trato y se daban la mano. Al día siguiente, en casa, se le sometía a otro tipo de pruebas, le ponían el brabante y le hacían labrar. Si el animal adquirido no resultaba bueno, se volvía a vender en la feria de San Bernabé, 11 de junio.

Inspeccionando una yegua. Álava. Fuente: Etniker Álava, Grupos Etniker Euskalerria.

En Eugi (N) primero echaban una ojeada a todo el ganado de la feria hasta detenerse en el que más les convenía. Después inspeccionaban concienzudamente al animal para cerciorarse de que no tenía defectos, mirándole la boca, contándole los dientes, observando la ubre si se trataba de una vaca... También en Ultzama (N) antes de comprar el ganado los caseros inspeccionaban atentamente los animales de la feria y comparaban los precios de los distintos vendedores.

En Urduliz (B) si el aldeano iba a comprar vacas, les miraba la ubre para calcular si sería buena productora de leche; los dientes para conocer su edad; la piel, en la creencia de que si era fina el animal tenía más carne...

En Valderejo (A) quienes acudían a las ferias, si no eran compradores experimentados, solían demandar los servicios de un entendido de confianza para que revisara al animal la dentadura, patas, vista, etc.

En Bernedo y Moreda (A) para la venta de ganado de desecho a bajo precio, sin reconocimiento veterinario, existía el trato denominado a «tira ramal», que una vez cerrado impedía cualquier reclamación. Exigía por consiguiente tomar cautelas en el momento de la compra porque si después se descubría algún defecto al animal ya no era posible dar marcha atrás.