Vacas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Carranza (B), los ocho dientes de pequeño tamaño situados en la arcada inferior con los que nacen las terneras reciben el nombre de mamones. A los dos años tiran o pierden los dos centrales siendo sustituidos por otro par de mayor tamaño que forma parte de la dentición definitiva. Estos nuevos dientes se conocen como palas y al cambio se denomina despalar o «tirar los primeros mamones». A los tres años sustituyen otros dos, los situados a cada lado de las palas. Y a partir de esta edad cambian los restantes de modo que al cumplir los cuatro años ya tienen ocho palas. Se dice entonces que «han igualao la boca».

Durante la compraventa de estos animales se oye hablar de que una novilla «tiene o no tiene señal»; «tener señal» significa que aún le queda alguno de los mamones, o lo que es lo mismo, que tiene menos de cuatro años.

La sustitución paulatina de éstos por las palas es aprovechada por los tratantes de ganado para conocer los años de un animal, siempre que no tenga más de cuatro años. Superada esta edad, se le calculan observando los cuernos.

A partir de los cuatro años, a la vaca se le comienzan a notar unos anillos de crecimiento anual en la base de los cuernos. Reciben el nombre de roscas y los tratantes de ganado los han sabido aprovechar para determinar la edad de un animal al comprarlo. Teniendo en cuenta que la primera rosca se forma a los cuatro años, se puede determinar la edad de la vaca contándole el número de anillos y sumándole tres. Claro que a veces los ganaderos también se esmeraban en limarle y lijarle varias roscas, si no todas, para que el tratante no supiese a ciencia cierta la edad de la vaca. En la comarca de Gernika (B) y en Roncal (N) dicen que a los tres años les salía el primer anillo y luego uno cada año.