Colmenas de tronco, cuezos, cepos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

El tipo de colmena de tronco más primitivo quizá sea el descrito en Aurizperri (N) a mediados de los años veinte. En una heredad de esta localidad se podían observar por esa época un par de colmenas consistentes en dos troncos huecos, dispuestos verticalmente, que por haberse convertido en colmenas por dos enjambres que los habitaban, fueron cortados en el monte y trasladados con sus respectivas colonias al sitio que ocupaban[1].

En cuanto a las colmenas artesanales de tronco, conviene tener en cuenta que en algunas poblaciones ha sido costumbre que éstas tuviesen una disposición vertical, mientras que en otras se colocaban horizontalmente.

En Carranza (B) la colmena tradicional recibe el nombre de cepo. La forma habitual de construirlo ha sido a partir del tronco de un árbol al que se le vaciaba la parte central o corazón. Para ahorrar trabajo se solía aprovechar el procedente de un árbol viejo que tuviese el corazón podrido. Una vez cortado el tronco a la largura deseada se descortezaba con un hacha. También se igualaba la superficie quitando los nudos y salientes. Después se procedía a eliminar la madera central sobrante. Para ello se utilizaba un instrumento alargado de hierro conocido como gubia y en el barrio de la Calera de esta misma localidad como madreca. Al final se obtenía un cilindro con una pared de varios centímetros de espesor.

Vaciando un cepo con la gubia. Carranza (B). Fuente: Luis Manuel Peña (José Antonio Múgica), Grupos Etniker  Euskalerria.

A continuación, con un barreno, se abrían dos pares de orificios hacia la mitad del cepo o un poco más arriba. Se hacían de tal modo, que cada par de agujeros quedase enfrentado, lo que permitía introducir un palo de un orificio al otro. Una vez colocados los dos palos, éstos quedaban dispuestos en cruz, uno ligeramente por encima del otro. Recibían el nombre de cabillas o gabillas. Una de las cabillas sobresalía por ambos lados de modo que servía para asir la colmena.

Se hacían también varios agujeros con el barreno en la parte inferior para que entrasen y saliesen las abejas. A veces se acompañaban de un rebaje que servía para que se posasen antes de entrar o salir y para que al llover y resbalar la lluvia por la superficie del cepo no entrase a su interior. Estos orificios, normalmente dos o tres, recibían en algunos barrios el nombre de aviaderos. También eran conocidos como los agujeros. En la Calera además de éstos también perforaban otros tantos por encima de la gabilla central. De esta forma facilitaban la salida de las abejas de la colmena durante el periodo invernal. En esta época algunos tapaban los orificios inferiores con carollos, esto es, con zuros de panojas o mazorcas, para que la colmena conservase mejor el calor. En la primavera se los quitaban.

Por último, en la parte superior del cepo, que recibía el nombre de cabeza, se clavaba una tapa circular de madera o tapadero normalmente de castaño, roble o haya. La base no se cubría. Cuando el cepo se iba a utilizar se posaba sobre una losa plana de modo que asentase bien, sin que quedasen rendijas por las que se pudiesen colar pequeños animales. Esta piedra recibía en la Calera el nombre de asiento. Sobre la colmena se colocaba otra losa plana de menor grosor que la anterior que hacía las veces de tejado y evitaba que fuese volcada por el viento. Cuando se carecía de losas se hacía un tejadillo con unas tablas sobre las que se disponían unas tejas sujetas con piedras.

En Lanestosa (B) los cepos o colmenas se hacían con troncos huecos de roble. En Abanto y Zierbena (B) las colmenas, conocidas como cepos o colmenos, consistían en unos cajones hechos con tablas colocadas en altura; sin embargo, las más antiguas se hacían a partir de un tronco hueco con una base de piedra, y otra piedra por encima a modo de tapa. En Triano (B) las colmenas fijas se fabrican con un tronco de árbol hueco, generalmente de castaño o roble, y de unos cuarenta centímetros de diámetro.

En el entorno de Belatxikieta (B) utilizaban troncos de roble huecos, conocidos como aritz-marroak. El extremo posterior se cerraba con una madera y al delantero se le hacían unos orificios para que las abejas pudiesen entrar y salir.

En Ayala (A) para fabricar una colmena se iba al monte en busca de un tronco de árbol que estuviese podrido en su parte central. Una vez en casa se vaciaba por dentro con una gubia. Cuanta más madera se quitase, más grande quedaría la colmena. Una vez terminado el cuezo se frotaba con unas hierbas especiales para atraer a las abejas y se colocaba en el camarote de la casa o en cualquier otro lugar. Cuando entraba un enjambre se tapaban los agujeros delantero y trasero con unas maderas que se ajustasen al tronco y que tuviesen unos pequeños orificios para que pudiesen entrar y salir las abejas.

En Urkabustaiz (A) las colmenas se fabricaban antiguamente con troncos huecos de roble que se vaciaban y en cuyo interior se colocaban varias tablas cruzadas donde irían los panales. Se conocían con el nombre de cuezos.

En Zuya (A) llamaban también a las colmenas cuezos y se obtenían a partir de troncos de tocornos ahuecados con herramientas apropiadas. La madera que cerraba la parte anterior tenía una piquera para que pudiesen salir las abejas; en la posterior, la tabla que servía de tapa se apoyaba en sencillos tabiques de piedra o ladrillo y se ajustaba con basura o yeso.

Cabillas en el interior de un cepo de tronco. Carranza (B). Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.

En Apodaca (A) los vasos o cuezos eran troncos vaciados; otros eran rectangulares de tabla. En la parte delantera se abría la piquera, unos agujeros en la tabla pequeña para que saliesen y entrasen las abejas, pero no los ratones. En la parte trasera tenían otra tapa de madera para poder catar los panales y observar la marcha de la colmena. Estas tapas se pegaban con arcilla o muñiga de vaca.

En Valdegovía (A) antiguamente consistían en troncos huecos. En esta localidad se las llama comenas. En Treviño (A) hasta hace algunos años se utilizaban troncos ahuecados que recibían el nombre de cuezos. En Ribera Alta (A) las colmenas, conocidas por este mismo nombre, estaban formadas por el tronco hueco de un roble.

En Bernedo (A) se conocían también por el nombre de cuezos. Eran troncos de árboles huecos y cerrados en los extremos con una pequeña entrada para las abejas. También los hacían parecidos con cuatro tablas clavadas y recibían idéntico nombre.

En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) llaman cuezo a la colmena y bejera al colmenar. La colmena es un tronco de árbol ahuecado con los extremos taponados, si bien se deja una grieta para que entren y salgan las abejas.

En Ezkio (G) en la mayoría de los caseríos había colmenas, erlauntzak, hechas con troncos vacíos de roble o castaño. En Telleriarte (G) antaño las preparaban ahuecando troncos de roble o castaño.

En Améscoa (N) los vasos eran troncos huecos de roble, con los extremos cerrados con sendas tablas circulares. En uno de estos discos, el orientado al sur, se horadaba la piquera.

* * *
 

En cuanto a las clases de madera con las que se fabricaban las colmenas, ha sido mayoritario el uso del roble (Triano-B; Apellániz, Ribera-Alta, Urkabustaiz-A; Ezkio-G; Améscoa-N) y el castaño (Triano-B; Ezkio-G). En Zuya (A) se ha utilizado otra especie de roble, el tocorno.

En Carranza (B) la madera más apreciada para hacer cepos era el castaño, ya que resistía mejor que ninguna otra la humedad invernal. Además era fácil de trabajar y para las abejas resultaba buena. También se utilizaba haya y roble, dependiendo de la abundancia de la especie en cada barrio. Un informante cuenta que él tuvo uno de nebro, esto es, de tejo. Otro añade que la mayoría de los que componen su colmenar son de haya por predominar este árbol en la zona donde vive, aunque reconoce que es mejor el castaño. El haya, si no se cuida y se moja, dura pocos años. Agrega que también son resistentes los de roble. Además ha tenido cepos de encina, chopo carolino, cerezo, uno de manzano y otro de salce, sauce.


 
  1. Los datos que hacen referencia a esta localidad han sido tomados de José Miguel de BARANDIARAN. «Pueblo de Aurizperri (Espinal). Establecimientos humanos y condiciones naturales» in AEF, VI (1926) pp. 9-10.