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Los pastores de Araiz que iban a la sierra de Andia (N) ponían a una oveja un cencerro con una imagen de la Virgen en su interior, luego cerraban su boca para que no la perdiera; era éste un elemento de protección contra el rayo según recuerdan algunos pastores informantes de Lezaun (N). | Los pastores de Araiz que iban a la sierra de Andia (N) ponían a una oveja un cencerro con una imagen de la Virgen en su interior, luego cerraban su boca para que no la perdiera; era éste un elemento de protección contra el rayo según recuerdan algunos pastores informantes de Lezaun (N). |
Revisión actual del 08:08 22 jul 2019
Se ha atribuido al cencerro, al igual que a las campanillas, la virtud de alejar los maleficios que traen desgracias al ganado. Su uso para preservar del aojo, begizkoa, fue antaño muy general. Según Barandiaran en la Edad del Bronce se usaban esquilas como amuletos protectores de los animales[1].
Un mago de Muxika (B) aconsejaba en los años veinte a sus clientes que colocaran al cuello a los animales domésticos una cuerda o un cencerro como preservativo contra el begizko, aojamiento. Barandiaran sugiere que la costumbre de bendecir las campanillas que han de llevar los animales, tal como se practica todavía en el Santuario de Urkiola, obedece probablemente al propósito de la iglesia de enseñar a los fieles que la virtud de proteger a los animales se debe a Dios por mediación de San Antonio y no a las fuerzas mágicas de las campanillas[2].
Un santero procedente del Santuario de Urkiola recorría antaño las aldeas de Bizkaia provisto de una imagen del santo y de una campanilla. A este cencerro le denominaban San Anton Gurenen arrana (el cencerro del bendito San Antón). Al acercarse a una casa gritaba: «Aita San Antonio ta mutil, atean gagoz zuri begira» (El padre San Antonio y su zagal estamos en la puerta aguardando). Los de la casa le presentaban agua en una jarra. El santero trasegaba por tres veces el agua del recipiente a la campanilla y a la inversa; o bien introducía la campanilla en el agua. Esta agua se consideraba beneficiosa para curar las enfermedades del ganado que la bebía. Era costumbre además llenar de agua el cencerro y asperjar con él el ganado, las huertas y las heredades[3].
Hasta el Goierri guipuzcoano (Arrona, Ormaiztegi, Ursuaran) se prolongaba este rito a finales del siglo pasado. «Solía recorrer los caseríos un hombre, pidiendo limosna para el culto de San Antonio de Urkiola. Llevaba un cencerro que en cada casa hacía llenar de agua: ésta era recogida en una vasija y se daba a beber a los animales domésticos (vacas principalmente)»[4].
Los pastores de Urbia (G) cuando enferma el ganado invocan a San Antón sin practicar ritos especiales; antaño solían recurrir al sacerdote para que les echara un conjuro. También acudían al pueblo de Olaberria donde encargaban una misa; allí les leían los Evangelios y les entregaban un impreso que contenía las primeras palabras en latín de los cuatro evangelios. En una cara del impreso se ve una imagen de San Juan Bautista, el papel va doblado y atado con un hilo. Este amuleto, kutuna, se metía en un saquito de tela y se sujetaba al cuello de la res enferma o se introducía en una esquila que se cerraba aplastando sus bordes.
En Ataun (G) se creía antaño que había personas con aptitud especial para echar a los animales el maleficio del aojamiento, begizkoa. El pastor solía estar temeroso de que alguno pudiera aojar sus ovejas y por esta razón toda persona que se aproximara al rebaño debía decir: «Jaungoikoak beinka ditzala» (que Dios las bendiga); y le contestará el pastor: «Zureak ere ala beinka ditzela» (que las suyas también así las bendiga).
Para combatir el aojo echaban gotas de vela bendecida a las orejas de las ovejas, les colocaban cruces en los collares y una de ellas portaba un amuleto, kutune, llevado de Olaberria, envuelto en una bolsita de cuero y metido dentro de un cencerro sin badajo.
Un pastor de Améscoa (N) recordaba que cuando era joven le tocó ir con el rebaño a Ataun «a yerbas», esto es, a invernar: «Era allí costumbre poner los evangelios encerrados en un clasco que llevaba una de las ovejas del rebaño y me tocó en una ocasión el llegarme a Olaberria, donde compré al cura unos evangelios (eran de San Juan). Metieron los evangelios en un cencerro, aplastaron la boca para que quedaran encerrados dentro y se lo pusimos a una oveja. Decían que esto servía para proteger el rebaño y evitar daños a las ovejas».
En Beasain (G) la encuesta de los años noventa constata que los pastores del Goierri siguen yendo todos los años a la parroquia de Olaberria a recoger del cura párroco el mencionado kuttuna para las ovejas, junto con el agua bendita. Luego lo introducen en un cencerro viejo cuya boca aplastan para que se cierre y lo colocan al cuello de la oveja más hermosa. Ésta lo llevará durante todo el año y de este modo queda protegida la salud del rebaño.
En Agurain y Berganzo (A) se protegía a los animales contra las enfermedades o la mala suerte colocándoles «los Evangelios de San Bernardo»; eran éstos una suerte de amuleto que se obtenía en el antiguo Monasterio de Barria.
Los pastores del Valle de Zuya (A) tenían costumbre de colocar una estampa de San Antón en los cencerros[5]. En las Encartaciones (Gallarta-B) se colgaba el escapulario de San Antón alrededor del cuello de los animales domésticos para curarles el mal de ojo y otros males desconocidos.
Los pastores de Araiz que iban a la sierra de Andia (N) ponían a una oveja un cencerro con una imagen de la Virgen en su interior, luego cerraban su boca para que no la perdiera; era éste un elemento de protección contra el rayo según recuerdan algunos pastores informantes de Lezaun (N).
En San Martín de Unx y en Aoiz (N) los pastores conseguían una estampa de la Virgen de Monlora, santuario situado en Luna (Zaragoza) y la introducían en una esquila que una vez aplastada se colgaba al cuello de la oveja más hermosa del rebaño como símbolo protector. En Roncal (N) hacían esto mismo los pastores con una estampa cualquiera de la Virgen.
En Valcarlos (N) metían en un gran cencerro laurel bendecido, cera bendita y un hueso de ave de caza mojado en agua bendita. Previamente un sacerdote debería haber bendecido estos objetos. Después de cerrarlo bien, ponían el cencerro en el umbral y hacían pasar sobre él carneros, ovejas y corderos. De esta suerte el ganado quedaba protegido de desgracias y enfermedades[6].
En Izurdiaga (N) se suelen recoger unos fósiles en forma de corazón (micraster) que se guardan en casa para que tengan buena suerte tanto las personas como los animales.
Conjuros. En los pueblos del Gernikesado (B) para evitar el mal de ojo en los animales arrojaban tres veces saliva sobre el animal enfermo invocando al mismo tiempo a San Antón: «San Antoniok bedeinka daiala» / «San Antonio le bendiga»[7].
En Elorrio (B) creían que diciendo «San Antoniok gorde daiala» (que San antonio le guarde) no se le hará mal de ojo al animal. Pero esta invocación la ha de pronunciar el comprador en el momento de adquirir el animal, no quien lo vende[8].
En Zerain (G) una informante señalaba que cuando se creía que un ganado estaba afectado por el mal de ojo tenía que hacerse presente ante el animal quien lo había aojado y decir: «que San Antonio te bendiga» / «Ekarri aurrera begizkoa bota diona ta ganaduaren aurrean jarri ta esan: San Antoniok bedeinka dezala!».
En Sara (L) cuando un ganado sufría alguna enfermedad proveniente de un maleficio, se procedía al siguiente remedio: en una teja se colocaban ramas u hojas de laurel, se echaban encima unas gotas de agua bendita y brasas del hogar, y seguidamente se colocaba la teja junto o debajo del animal enfermo a fin de que el humo que las brasas producían rodeara el cuerpo del ganado. A esta operación (fumigación) llamaban urrinda (del verbo urrindatu). Debía realizarse a la hora del toque de Angelus (de la mañana, mediodía o al anochecer).
En Moreda (A) se ha registrado esta práctica de protección del ganado: colocar en cada pilar del corral de ovejas una cruz hecha de trapo negro bendecida en Arbeiza, localidad navarra próxima a Estella, donde habían sido «pasadas» por la imagen de la santa.
También desde Bernedo (A) se iba a los conjuros de Arbeiza donde se bendecían bolsitas con evangelios, cabos de vela, cordones, etc. Estos objetos se colocaban en la cuadra para proteger el ganado de la acción de las brujas.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. «Creencias y cultos megalíticos» in EF. Mat. y Cuest., XLVII (1924) p. 42.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. «Creencias y cultos megalíticos» in EF. Mat. y Cuest., XLVII (1924) p. 42.
- ↑ Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 32.
- ↑ Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 32.
- ↑ Julián OLABARRIA. «El pastoreo en el Valle de Zuya (Álava)» in AEF, XVI (1956) p. 13.
- ↑ Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 30.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. Voz «Begizko, aojamiento» in Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca. OO. CC. Tomo I. Bilbao, 1972.
- ↑ Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 123.