Gipuzkoa
En Gipuzkoa también ha predominado el ganado ovino. El modo de vida pastoril de permanencia junto al rebaño en la montaña se ha dado en los pastos de Aralar y Aizkorri.
En Beasain apenas si tienen terrenos comunales por lo que el ganado se llevaba a los pastos de Aralar ya que les asiste este derecho por formar parte de la Mancomunidad de montes y pastos de Enirio-Aralar. A dichos pastos sólo se han subido ovejas.
Esta Mancomunidad tiene establecido el número máximo de ganado que puede pastar en el Aralar guipuzcoano cada temporada, a saber: 18.000 cabezas de ganado ovino adulto, 800 de caballar y 500 de vacuno.
En Legazpi las vacas de monte y las yeguas se sueltan desde la primavera hasta el invierno. Las ovejas se llevan a los pastos altos durante cinco o seis meses y sus dueños permanecen junto a ellas para vigilarlas: van a Aizkorri en verano y regresan en invierno. Llegado éste algunos se desplazan a la costa y también a Bizkaia. Las ovejas de caserío suelen permanecer en parajes cercanos a la casa y por la noche las llevan a ésta. Las cabras también se echan al monte pero resultan muy perjudiciales ya que comen los brotes de los árboles y los descortezan.
En Oñati las ovejas se subían al monte a partir de finales de mayo y en él permanecían hasta primeros de noviembre. Las yeguas y las vacas, que se utilizaban exclusivamente para la producción de carne, pasaban la mayor parte del año en el mismo, excepto cuando nevaba; de darse esta situación se bajaban a las cuadras.
En Urbia además de los rebaños solía haber caballos, toros y vacas de los parzoneros y también del Convento de Arantzazu; sus dueños los recogían antes de las primeras nevadas y los traían a los bosques más cercanos (Zerain).
En Elosua las ovejas se trasladaban al monte en verano y un miembro de la casa tenía que ir todos los días a ordeñarlas y vigilarlas. Durante el invierno se llevaban por la mañana y al anochecer se traían a los caseríos. Antaño las yeguas se echaban al monte o a los terrenos comunales; hoy en día también. Sólo hay una casa con rebaño de cabras.
En Elgoibar se suben al monte ovejas y caballos. El caballar permanece suelto en el mismo, pero cuando llega el invierno se acerca al caserío aunque se deje fuera.
A Izarraitz se sueltan hoy en día además de ovejas algunos caballos. Antes estos últimos eran pottokas y moxalas y ahora una mezcla. Se alimentan con lo que encuentran en la zona y nunca bajan de estos pasturajes. Son varios sus propietarios y cuando nacen los potrillos llegan a un acuerdo con algún tratante y los venden. En tiempos pasados se llevaban a la feria.
En Ezkio las ovejas y yeguas se suben a los pastos de Izazpi. En los años cincuenta también se criaban vacas montaraces, betizu. Entre los años 1935-1950 ya no había muchos rebaños en este municipio, tan sólo en unos cuatro caseríos. Antes de la época citada también los tenían en otras siete casas. Normalmente permanecían en el monte cinco o seis meses. Las yeguas aún más tiempo, sólo se bajaban cuando llegaban los temporales. Por lo que respecta a las vacas, tras la desaparición del betizu ya no se ve ganado de esta clase en Izazpi. Comparando la situación actual con tiempos pasados, aunque hay algunos grupos de ovejas y yeguas, el número de animales es menor.
En Berastegi solamente viven libres las ovejas y unos pocos caballos. Las cotas donde pastan oscilan entre los 500 y 800 m de altura y la distancia al caserío no suele exceder de los 45 minutos a pie. Este ganado no pasa todo el año en los pastos. Cuando se presenta un invierno de temperaturas bajas, las reses son conducidas al caserío, bien a la cuadra o a alguna chabola próxima.
En Hondarribia, en las laderas del Jaizkibel, se crían ovejas, caballos, vacas y abundante ganado betitxu, más de doscientas cabezas. Un buen número de caseríos, cuando tienen vacas secas o novillas, las sueltan al monte en vez de criarlas en casa con el fin de ahorrarse la comida, el trabajo y el sitio que ocupan en la cuadra. Salvo que sea un invierno muy duro los animales permanecen todo el año en Jaizkibel.
En Astigarraga no se echan animales al monte y que se recuerde tampoco se hacía en tiempos pasados. Esta población carece de pasturajes elevados y los pocos animales que se sueltan a terrenos un poco altos son los caballos y las cabras. Antes también lo hacían los contadísimos caseríos propietarios de ovejas y en terrenos que no eran de Astigarraga. Esta práctica sí está vigente en los cercanos municipios de Hernani y Urnieta, donde suelen echarse al monte ovejas, cabras y betizu, un ganado montuno muy huraño.