Adquisición de enjambres
En un buen número de poblaciones encuestadas responden que la mejor forma de hacerse con enjambres, aparte de perseguir aquellos que abandonan el propio colmenar o adueñarse de los que se encuentran sin propietario, es comprándolos (Agurain, Araia, Moreda, Pipaón, Valdegovía-A; Zeanuri-B; Beasain, Elgoibar-G; Mélida-N). En Apodaca (A) algunos compran los enjambres solos y otras veces con los vasos, aunque son los menos. También es habitual que se regalen (Araia-A; Astigarraga-G).
En unas cuantas localidades se ha constatado la costumbre de efectuar el pago por las colmenas no en dinero sino en especie. En algunas ocasiones se afirma que nunca se debe pagar dinero por las abejas.
En Amorebieta-Etxano (B) se adquirían col menas pero no se pagaban con dinero sino con grano. La forma más conocida era dar una fanega de trigo por una colmena. En Zeanuri (B) antiguamente se pagaba una cuarta de maíz o trigo por un enjambre, kuarta bat arto edo gari erlakume bategatik.
En Ezkio (G) se decía que no se podían adquirir a cambio de dinero. Su precio se establecía en fanegas de cereal. En Elosua (G) los informantes relatan que nunca han comprado ni vendido enjambres, pero dicen que el precio podía ser de media fanega de trigo y un par de pollas.
En Oñati (G) una colmena nunca debía venderse ni comprarse por dinero sino a cambio de una cantidad convenida de trigo, porque según se decía, la abeja fabricaba cera para el culto de Dios y era cosa sagrada[1].
En Telleriarte (G) se dice que las abejas no tienen precio en dinero. Cuenta un informante que recibió un enjambre y que la persona que se lo dio no aceptó dinero por él; le citó, en cambio, algunas costumbres relacionadas con el intercambio de animales: la cría de gato se cambiaba por una polla; por una gallina clueca se daba un pollo y una polla; a cambio del trabajo de un día con el burro, una libra de chocolate; y por las abejas, una fanega de trigo. Y ése fue el precio que pagó.
En Liginaga (Z) las abejas no se vendían por dinero, sino que el comprador debía entregar al vendedor la mitad tanto de la miel que aquéllas produjesen, como de la cera y el enjambre que saliese. Se creía que si alguno las vendía por dinero, los demás enjambres que quedaban en el colmenar del que formaban parte morían. Lo mismo ocurría si se robaba un enjambre de un colmenar. A un informante le robaron en Altzai uno con su colmena y al poco tiempo murieron las abejas de las demás colmenas que poseía.
En Heleta (BN) sí se podían vender las abejas por dinero pero no había que disputar acerca de su precio. Si un licitador lograba mediante puja un enjambre, éste moría luego. Tal creencia estaba muy extendida en éste y en otros pueblos[2].
En Aurizperri (N) decían que el enjambre no se debía vender por dinero, pero sí a cambio de lienzo. Una familia de la localidad vendió a mediados de la década de los veinte una colmena con su enjambre al cura del pueblo, mas no quiso dinero por ella, se contentó con que fuese celebrada una misa a su intención. También vendió otro enjambre a un vecino por una camisa de lienzo.
Según se ha constatado en Vasconia continental a cambio de un enjambre no se puede tomar dinero, debe canjearse por ropa o por alguna otra cosa.