Procedimientos de esquileo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Ha estado extendida la costumbre de encerrar a las ovejas en un lugar reducido al objeto de que suden y además tenerlas en ayunas para de esta forma facilitar el esquileo. Previamente a realizar dicha operación se han solido atar las patas del animal para que se moviera lo menos posible[1]. Se han conocido distintos métodos que guardan similitud entre sí[2].

En Urkabustaiz (A) las ovejas permanecían encerradas y se iban sacando de una en una para esquilarlas. La operación se realizaba en casa y los informantes guardan memoria de que se trataba de un trabajo cansado y muy duro. Se conocían distintos métodos de cortarles la lana.

Uno de ellos consistía en colocar dos fardos con un tablón encima de donde se colgaba el animal atado por las cuatro patas y se empezaba a pelar por detrás con las tijeras. Luego se le daba la vuelta y en unos diez minutos se finalizaba la operación. En esquilar las ovejas portadoras de cencerro se tardaba, según los informantes, de veinte a veinticinco minutos, el doble de tiempo que con las otras. La lana se sacaba en una pieza que se denomina vellón o manta.

Otra fórmula implicaba coger al animal por las patas delanteras, colocarlo de pie y esquilarle la tripa. A continuación se le ataban las cuatro patas en cruz y se empezaba a cortar por la zona de la cabeza apoyando ésta contra la rodilla del esquilador. La tijera llevaba la dirección de la garganta al muslo; luego se daba media vuelta al animal y se repetía el proceso.

Finalizada la labor, se extendía el vellón o manta, se recogía por los extremos y se enrollaba hasta la mitad. Se repetía la operación desde el otro lado. Luego con las lanas más largas se ataba y se metía en un saco.

Sujeción de la oveja para el esquileo. Zamudio (B). Fuente: Amagoia Gezuraga, Grupos Etniker Euskalerria.

En Valderejo (A) se conocían dos formas de cortar la lana. La primera consistía en que el esquilador diestro sujetara la oveja con la mano izquierda cogiéndola de las patas delanteras, colocándola en posición de decúbito supino. La otra estribaba en realizar la tarea poniendo al animal sobre una plataforma elevada, atándole las patas. En Zuya (A), en los años cincuenta, era el propio pastor, sin ayuda de nadie, quien cortaba la lana a sus ovejas, atándole las patas al animal.

En Sangüesa (N), a veces, se ataba a las ovejas sus cuatro patas, era mejor, pero en otras ocasiones se les cortaba la lana sin atar. Se podía colocar al animal o encima de un tablero o directamente sobre el suelo. Unos comenzaban el esquileo desde la cabeza, otros desde las patas delanteras, otros por arriba hacia los costados y el rabo para terminar por la tripa y luego el resto.

En Lanestosa (B) el procedimiento era similar al descrito. Reunido el rebaño, se sacaban las ovejas de una en una. Comenzaban pelando la tripa, después les amarraban las cuatro patas, cruzando las delanteras con las traseras, y se echaban al suelo para cortar la lana, primero de un lado y después del otro. Algunos pastores para esquilar con mayor comodidad colocaban la oveja sobre la cama del carro o un banco.

En la Sierra de Badaia (A) se seguía el siguiente método: se cerraba el rebaño y se iban sacando las ovejas de una en una; se les ataban las cuatro patas y con la tijera se les cortaba la lana, extrayéndola toda en una pieza a la que se llama manta.

En los montes de Triano y en el Valle de Carranza (B) se inicia el corte por la panza, introduciendo la cabeza del animal entre las piernas del esquilador. A continuación se le atan las cuatro patas, la oveja es tumbada de costado y en esta posición se comienza a cortar la lana desde el pescuezo siguiendo por los lados. Luego se le da la vuelta y se esquila lo que resta de la parte sobre la que estaba recostado el animal. La cantidad de lana que se esquila a cada oveja se conoce popularmente con el nombre de manta y su peso varía pues siempre hay algunas que la pierden o la tienen más rala, fina y liviana. La lana da más y es más fuerte cuanto más prieto es el vellón. Por término medio viene a ser hoy día de dos kilos cuando antaño era difícil que excediera de un kilo y medio. En Ernio (G), sin embargo, se ha recogido el dato de que también antigüamente se llegaba a obtener una media de dos kilos de lana por oveja.

Forma de sujetar a la oveja en Lezo (N), 1985. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Arluzea-Markinez (A) en la época en que el trabajo lo hacían los esquiladores profesionales, orillaban a la oveja el cuello y la tripa con tijera y cortaban el resto a máquina manualmente. Hoy día los ganaderos usan máquinas eléctricas y apenas tijeras. Hay pastores muy especiales que esquilan de tripa a espinazo para que no se aprecien tanto los golpes de la tijera, la mayoría lo hacen de brazuelo a zanca.

En Zuberoa lo hacían sujetando al animal entre las piernas de quien realizaba la tarea. Una vez peladas, las ovejas se incorporaban y se sacudían con violencia. Como la puerta del establo solía estar abierta, corrían al prado a reunirse con las demás, ya esquiladas. Luego se las introducía en la borda para que pudieran disfrutar de la hierba del segundo corte.

En Orozko (B) sacaban a la oveja del corral y uno de los pastores, pasando su mano izquierda por debajo de las patas delanteras, hacía que el animal se apoyara sobre sus cuartos traseros y mantuviera el lomo erguido contra él, que permanecía de pie. Con las tijeras le daba un corte debajo de la papada, paparrean, continuando a lo largo de la tripa. A continuación le ataban las cuatro patas en cruz con cuerdas, traillak, generalmente fabricadas por ellos mismos. Después tumbaban a la oveja de costado y otro pastor cortaba el resto comenzando por el cogote hasta la altura de los hombros para seguir a lo largo hasta conseguir sacar toda la lana en una sola capa, que venía a pesar de dos a cuatro kilos. Lo trasquilado se introducía en grandes sacos para la venta, a excepción de algunas piezas que se las reservaban para sí, por su gran calidad o por ser negras, en cuyo caso las usaban para hacer cordones, traillak. De ordinario no se cortaba el flequillo o mechón de lana que cae sobre la testuz de la oveja pero había pastores que lo hacían, esmerándose en la labor para no afear al animal. Gustaba a los pastores que sus ovejas tuvieran un vellón grande y frondoso.

En el mismo Valle de Orozko se ha recogido que durante la esquila les revisaban las pezuñas, recortándoselas cuando era necesario y extrayéndoles las piedras que tuvieran incrustadas. A partir de los años setenta cuando se les corta la lana se hace que las ovejas pasen por unas bañeras con sulfato de cobre, lejía y sal. También se ha acostumbrado aplicarles sulfato en las patas. Para quitarles las garrapatas, kaparrak, se les echaba desinfectante zotal.

En Nabarniz (B) se seguía un método semejante al descrito en Carranza y Triano. Se comenzaba rasurando la zona de debajo de la tripa para seguir, con las cuatro patas del animal atadas, primero por un costado y luego por el otro. Daban un promedio de tres libras de lana por cabeza. Un informante señala que en media jornada esquilaba alrededor de treinta y cinco cabezas, dedicando a cada una de ellas diez minutos si la lana estaba hueca, lanea jagitta. También en Anboto-Urkiola (Atxondo, Abadiano-B) se ha constatado que en ocasiones se trasquilaba a las ovejas atándoles las cuatro patas.

En Arraioz (N) se pelaban en un lugar próximo al corral y allí permanecían hasta que les tocara el turno. En dicho momento agarrándolas, normalmente, de la pata derecha trasera o del pelo se las llevaba hasta donde estaban los esquiladores. El procedimiento era igual con tijeras que con máquina: se cogía el animal y se apoyaba su lomo con la cabeza para arriba en las piernas. Se le iba cortando el pelo desde el pescuezo hacia el pecho y la tripa. Después se le daba la vuelta y se repetía la operación. Algunos ataban las patas traseras de las ovejas.

En Mendata (B) la agarraban por una de las patas delanteras y le cortaban primero la lana de la parte de la tripa, después le ataban, cruzadas, las cuatro patas y arremetían con el resto. Cada oveja daba aproximadamente entre 2,5 y 3,5 kg de lana y el carnero entre 4,5 y 5,5 kg. En Berriz, Garai, Gerena y Zenarruza (B) se ha recogido que de cada animal se obte nían aproximadamente unas cinco libras de lana y en la última de las localidades señalan que alguna muy hermosa podía proporcionar hasta cinco kilos. Actualmente son más lanudas que antes.

En Bernagoitia (B) se ha constatado la existencia de distintos procedimentos y cómo hacerlo –advierte un informante– tiene su importancia aunque, según algunos, debe darse libertad para que cada cual esquile a su manera. En cualquier caso a la oveja nunca debe quitársele el pelo nuevo. Unos cortan de delante hacia atrás o al revés con el cordero tumbado, ardien tiradan. Otros, comenzando por detrás, llegan a la mitad del cuerpo del animal para después darle la vuelta y esquilar al revés, saietsan erara, atzetik erdiraiño. Finalizada la labor, tanto ésta como la que se hacía en octubre, se celebraba una comida en casa. Los zagales, pastore-ikastailleak, y los poco iniciados se entrenaban y aprendían el oficio comenzando a cortar la lana de debajo de la panza del animal, tripapeak leenengo, ikasten ebillenak.

En esta misma localidad vizcaina se ha recogido el dato de que antiguamente una oveja daba de promedio un kilo y medio de lana[3], mientras que hoy día (1997) da más de tres kilos y medio, hasta cuatro en ocasiones. Este incremento se debe a los cuidados que se prestan al rebaño, a una mejor alimentación, etc. En la producción de lana, como en otros muchos aspectos, los resultados del pastoreo se han duplicado en comparación a tiempos pasados.

Colocación de la oveja para ser esquilada en Bera (N), 1997. Fuente: Rondán Jimeno, Grupos Etniker Euskalerria.

En Ultzama (N) esquilaban primero el vientre y continuaban por las patas que previamente habían atado para que el animal permaneciera inmóvil. Luego cortaban la lana del resto del cuerpo comenzando por la parte de abajo y finalizando en la cabeza. Si la oveja era hermosa se sacaba el vellón en dos pedazos y si no se cortaba en una pieza. La lana se dejaba depositada sobre unos grandes lienzos o ensacada. En Etxebarre (Z) lo esquilado se dejaba amontonada en un rincón hasta que viniera el comerciante comprador con unos grandes sacos, sakhak, en los que se introducía la carga. A veces se guardaba algo para uso personal.

En Allo (N) comenzaban por la parte de las patas, vientre y un costado continuando hacia arriba hasta acabar en el lado opuesto, sacando entero el vellón, denominado manta.

En Aoiz (N) la labor se llevaba a cabo en el redil. En tiempos pasados, se esquilaba a máquina, inmovilizando a la oveja atándole con cuerdas las cuatro patas, las dos delanteras y las dos traseras, mientras una o dos personas trataban de que no se moviese mucho.

En Izal (N) en tiempos pasados la operación era ejecutada siempre con los animales trabados, es decir, con las cuatro patas atadas. Después de esquilar se ponían los cencerros a las mejores ovejas, las más jóvenes o mansas, para ir a los pastos de altura. A los quince o veinte días, un vez «igualadas», se marcaban.

En la Sierra de Codés (N), en la parte de Torralba y Azuelo, los esquiladores foráneos ataban las patas a las ovejas. Cobraban a tanto por cabeza y mientras tuvieran trabajo permanecían en el pueblo.

En Lodosa (N) hasta hace poco para realizar la tarea le ataban las patas a la oveja con una cuerda de esparto, pero ahora para la misma finalidad disponen de un artilugio consistente en unas anillas de hierro con cadena. También en las Bardenas (N) para evitar que las ovejas se movieran les ataban las patas con una cuerda.

En el Valle de Salazar (Otsagabia-N), según se recogió en los años cincuenta, el día en que se iba a proceder al esquileo no se sacaban las ovejas a pacer, se las mantenía encerradas en el corral para que sudaran, luego los pastores les ataban las cuatro patas y las colocaban ante los esquiladores tendidas en el suelo.


 
  1. En Arruazu (N) atar las patas a las ovejas para esquilarlas se designa con la voz uzkatu. Vide José Miguel de BARANDIARAN. «Hitz batzuek eta beren esan-nahiak, gehienak Ataunen erabiltzen ditugunak eta hiztegietan, batez ere Azkuenean, ageri ez diranak» in Piarres Lafitte-ri Omenaldia. Bilbao, 1983, p. 203.
  2. En épocas pasadas fue común el editar «cartillas» que sirvieran de ayuda y orientación a agricultores y ganaderos. En una de éstas puede consultarse, entre otros aspectos, la forma más corriente de esquilar en los años cincuenta. Fermín de SAJA. La cartilla del productor de ganado lanar. Pamplona, 1957, 3ª ed., pp. 107-108.
  3. También en Soum de Lèche, conforme se recogió en los años cincuenta, se obtenía la misma cantidad de lana por cabeza. Según los pastores la escasez de agua en los pastos de altura hacía que el rendimiento de lana fuera inferior al que debía ser.