Valle de Esteribar
Las chozas de pastores del Valle de Esteribar, de Eugi en particular, están construidas en lugares cálidos con piedra del lugar. Tienen unos dos metros de alto, seis o siete de largo y tres de ancho; las dos paredes que forman el eje están orientadas hacia el este y soportan el caballete del tejado, gaillurra, construido con tronco de haya. En tiempos anteriores el canalón del tejado se hacía con troncos de este material partidos por la mitad y la cubierta se revestía con tablillas de haya. Disponía de una puerta de madera y una pequeña ventana.
La distribución interior era muy simple; un camastro de madera encima del cual se ponía el jergón, una manta para cubrirse y una almohada. Disponía también de una pequeña gamella donde se guardaban los utensilios de cocina, la sartén, la cazuela y la comida. Allí se conservaba el pan envuelto en helecho para que se mantuviera fresco. En un rincón estaba el fuego bajo con la chimenea de hojalata. Debajo de la ventana se encontraba la mesa donde se hacían los quesos.
Korraleak. Para el cerramiento en el monte de los corrales, korraleak, se hincaban en el suelo unas estacas, estroguak, de unos dos metros que se unían entrelazando ramas no gruesas de haya. Resultaban unos cierres muy bonitos pero las yeguas terminaban por estropearlos y había que renovarlos anualmente. Hoy en día el cierre es de alambre.
Estos corrales sirven para agrupar a las ovejas, y también a vacas y yeguas, cuando hay que llevarlas al pueblo. Su forma es circular, de 10 m de diámetro.
Los corrales para ordeño, deistegia, eran rectangulares de 10 x 2 metros. El pastor se colocaba a la entrada con el kaiku (cuezo) para ir ordeñando una a una todas las ovejas.
En esta zona hubo muchas bordas para refugio del ganado y sobre todo para protegerlo del lobo. Los informantes las han conocido en uso en el monte Egozkueko. Desaparecidos los lobos dejaron de utilizarse y se han derrumbado.