Regateo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La práctica más extendida antes de cerrar un trato era y es el regateo. Consiste éste en que comprador y vendedor vayan proponiendo precios a la baja y al alza partiendo de uno inicial ofrecido por este último para tratar de llegar a un acuerdo que sea satisfactorio para ambos y que produzca el resultado apetecido (Belatxikieta-Amorebieta, Urduliz-B; Allo, Eugi, Ultzama-N).

En Urkabustaiz (A) se ha recogido la práctica del procedimiento que denominan «a partir». Consiste en que, llegados a un punto en la discusión entre lo que pide el vendedor y lo que ofrece el comprador, establezcan un precio medio empleando para ello la expresión «ni para ti ni para mí, a partir».

En el Valle de Carranza (B), desde tiempos antiguos, si surgía una pequeña diferencia entre el tratante y el ganadero al negociar la venta de los animales que éste llevaba a la feria, existía la costumbre de «partir el trato». Consiste en que ambos acepten el precio indicado por un tercero, presente en el acto, y que corresponde a partir por la mitad la pequeña diferencia entre lo que pide uno y lo que está dispuesto a pagar el otro, a la vez que se estrechan la mano.

En Urduliz (B) ha quedado constatado que ninguna compra ni venta se efectuaban sin regateo aunque en ocasiones la negociación se saldara sin acuerdo.

En Eugi (N) señalan que ambas partes sabían el límite aproximado de lo que podían ceder y cuál podía ser el precio final. Para alcanzar el punto de equilibrio el vendedor se esforzaba en subirlo y el comprador en bajarlo hasta que el precio fuera satisfactorio para ambos. Los datos recogidos en Ultzama (N) son similares: una vez que las partes se hubieran puesto de acuerdo sobre la res comenzaba el regateo. Anotan los informantes que aunque cada cual intentara sacar el mejor partido, como ambos eran conocedores generalmente del valor del animal, no solían producirse grandes oscilaciones entre los precios de partida y final.

En Sara (L) recogió Barandiaran una creencia acerca del regateo: el vendedor no tenía que resistir mucho ni porfiar o regatear demasiado a quien ofreciera un precio razonable por un animal que estuviera a la venta, pues en caso contrario éste tendría mal fin.