Desaparición del lobo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Tras siglos de persecución, la disponibilidad de venenos eficaces y de armas de fuego junto a las ya tradicionales batidas y al empleo de trampas, permitió durante las primeras décadas de este siglo o como mucho a mediados del mismo hacer desaparecer al lobo de la mayoría de las áreas pastoriles donde se ha realizado la encuesta.

En la Montaña Alavesa desapareció hace tiempo; el último pago anotado en Lagrán correspondió al año 1886 y fue de 75 céntimos por una loba muerta en Oquina. Sólo ocasionalmente coincidiendo con temporales de nieve aparecía alguno que o bien era abatido rápidamente o volvía a su punto de origen tan pronto como mejoraba el tiempo. En Contrasta a finales de los años veinte uno causó serios daños en la cabaña ganadera. Fue abatido en Artaza de Navarra.

En Ataun (G), según información recogida a finales de la década de los veinte, el lobo, otsoa, había desaparecido de los contornos hacía 36 años. Se recordaba en esta localidad el caso de un pastor al que hacía 60 años un lobo le llevó la oveja txaldarra, esto es, la que va en último lugar del rebaño, mientras el dueño abría la marcha[1].

En Pipaón (A) se recuerda que el último de estos animales que se abatió fue a mediados de los años diez del siglo XX, después de que hubiese matado 17 ejemplares de ganado vacuno. En la zona de Urbia-Oltza (G) desaparecieron a mediados de la década de los veinte[2].

Los lobos fueron muy abundantes en Gorbea (B) hasta principios del siglo XX, en que se exterminaron. Se recuerda que por los años cincuenta se mató otro, después de llevar muy poco tiempo en este lugar.

El último lobo que cazaron en la Sierra de Badaia (A) fue por los años treinta. Después de la última guerra civil, en el año cuarenta, merodeó por la zona otro al que no pudieron dar caza.

En Galdames (B) recuerdan que durante los años 1947-48 un lobo recorrió los montes de la localidad. Hizo bastantes estragos por lo que los pastores tuvieron que subir a dormir junto a los corrales en los que guardaban ovejas, novillos y cabras. Supieron que era un lobo por las heridas que hacía a las vacas y yeguas, pero del mismo modo que vino se fue.

En Carranza (B) se cazaron bastantes hasta 1900, después dejaron de atacar hasta los años posteriores a la guerra europea del 14, en que se presentó un buen número de lobos que perseguían el ganado día y noche, dando lugar a la alarma de los pastores y a que tuvieran que cuidar sus ganados constantemente[3]. El último se mató en esta localidad en 1965[4].

A mediados de los sesenta un pastor que tenía la chabola en el puerto de Opakua (A) dio muerte a un lobo en el Alto de los Tasugos, en la Sierra de Entzia (G).

La vida del pastor mejoró bastante desde la desaparición del lobo en los montes. El cuidado del rebaño cuando estaba presente este cánido era una tarea fatigosa pues debía pasar todo el día vigilándolo. Por las noches tenía que recoger las ovejas en los rediles y aun así debía estar siempre alerta y con los perros entre éstas, pues a pesar de ello lograba ocasionarle bajas. El pastor tenía que deducir por los rastros si el lobo se encontraba cercano o no a sus pastos para redoblar la vigilancia en caso afirmativo (Valle de Zuya-A)[5].

En Otsagabia (Salazar-N) la extinción del lobo en la zona trajo como consecuencia no sólo la desaparición de los mastines y la introducción de los perros pastores, sino también una mayor tranquilidad en la vida del pastor. Mientras hubo lobos, tenía que dormir siempre junto al ganado y a veces, cuando el ataque era inminente, pasar la noche en vela. Una vez hubo desaparecido, cuando introducía el rebaño en la majada, se retiraba a su cabaña libre de preocupaciones[6].

En una encuesta realizada a mediados de los cincuenta en Abaltzisketa (G) se recogió que mientras hubo lobos en Aralar los pastores no vivieron tranquilos. Levantaban alrededor de la txabola una pared bastante grande de piedra llamada zerkea, donde recogían a las ovejas por la noche. Cuando el lobo aparecía de día era más fácil ahuyentarlo y en caso de que estuviesen unos cuantos pastores, matarlo; aun así permanecían junto al rebaño por temor a que resultase atacado. En el tiempo en que se realizó la encuesta, al haber desaparecido este depredador, ya no recogían las ovejas en el redil por la noche[7].

En Zerain (G) recuerdan que al desaparecer el lobo de los montes, el pastor empezó a vivir más aislado ya que cada cual se fue a su txabola; al poco tiempo empezaron a subir también los familiares de éstos.


 
  1. Juan de ARIN DORRONSORO. «Establecimientos humanos y zonas pastoriles. Pueblo de Ataun» in AEF, VII (1927) p. 11.
  2. Los datos referentes a Urbia-Oltza están tomados de Alejandro EZCURDIA; José Ignacio LASA. «El pastoreo en la zona de Urbía-Oltze» in AEF, XV (1955) pp. 163-164.
  3. Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao, 1975, p. 133.
  4. Enrique IBABE. Unas notas sobre la caza en el País Vasco. [Bilbao], 1983, pp. 3-5.
  5. Los datos referentes al Valle de Zuya han sido tomados de Julián OLABARRIA. «El pastoreo en el Valle de Zuya» in AEF, XVI (1956) pp. 13-14.
  6. Los datos referentes a esta localidad han sido tomados de Secundino ARTOLETA; Fidencio BERRABE. «El pastoreo en Ochagavía (Salazar)» in AEF, XV (1955) p. 19.
  7. Los datos referentes a esta localidad han sido tomados de Víctor MUJIKA; Jon BALERDI. «Abaltzisketako artzantza» in AEF, XV (1955) pp. 58-59.