Época de recolección
El periodo de recolección de la miel varía según las localidades desde finales de verano hasta el principio del invierno. Esta oscilación en el tiempo obedece a costumbres locales pero sobre todo a las características de la vegetación melífera de la zona donde se ubican los colmenares.
En Sara (L) la miel, eztia, se recogía durante la menguante de octubre ya que se creía que este producto era más abundante coincidiendo con dicha fase lunar. En Getaria (G) se recoge desde finales de verano hasta el otoño, hacia el diez de octubre, aprovechando igualmente los periodos de luna menguante, ilberan.
En Urduliz (B) las colmenas se vaciaban una vez al año, normalmente en otoño, y nunca se les quitaban todos los panales para que no murieran de hambre en invierno. En Zuya (A) se cataba también en otoño y en Beasain (G) a mediados de esta estación.
En Allo (N) se acostumbra a catar la miel en los primeros días del mes de septiembre. El informante razona que lo hace en esta época porque el sol aún tiene la suficiente fuerza para hacer caer la miel de los panales sin necesidad de poner peso sobre ellos o recurrir a otras técnicas. En Ribera Alta (A) la operación de extracción se solía realizar hacia el mes de octubre o comienzos de noviembre.
En Apodaca (A) antaño la cata de las colmenas tenía lugar por noviembre, pero si las abejas ganaban en la hiedra o los bortos se procuraba extraer la miel antes, ya que estas dos flores le dan amargor. Algún año se sacaba por agosto, por estar las colmenas repletas de miel. En Bernedo (A) se extraía una vez al año, por Navidad.
En poblaciones que se caracterizan por tener vegetaciones melíferas que florecen en periodos separados en el tiempo ha sido habitual la extracción de miel en más de una ocasión.
En Urkabustaiz (A) se saca a partir de San Miguel, es decir, en otoño, cuando la temperatura refresca. Excepcionalmente algunos lo hacen en primavera.
En San Martín de Unx (N) la recolección, en buen año, tiene lugar por San Fermín (primera quincena de julio) y a finales de septiembre.
Esta costumbre se ha acentuado en los últimos tiempos entre los aficionados a la apicultura que se dedican a esta actividad con ánimo de obtener beneficios económicos. La trashumancia ha contribuido en cierta medida a ello y también la difusión de la costumbre de comercializar las mieles especificando las flores de las que proceden.
En Sangüesa (N) antaño se efectuaba una sola cata, que solía verificarse en otoño; actualmente se realizan tres: la de primavera, para la miel del romero y tomillo; la de verano, para la del girasol, que por ser la peor se reserva para el alimento de las abejas; y la de otoño, que es la miel del espliego.
En cuanto a las características que debe reunir el día en que se efectúa la recolección o al momento de la jornada en que conviene realizarla, en Sangüesa consideran que es mejor hacer la operación en un día tranquilo y de poco aire, pues en las jornadas tormentosas las abejas se muestran más agresivas. En Izurdiaga (N) se espera a que llueva y en Urduliz se aguarda hasta el anochecer.