Diferencia entre revisiones de «Numero impar de huevos»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Ha estado muy extendida la creencia de que el número de huevos que se ponía a la gallina clueca para que los incubara debía ser impar.
  
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Así se ha constatado en Urduliz (B), donde la cantidad de huevos dependía de la corpulencia de la gallina, ''oillo lokea'', y podía ser desde siete hasta quince; en la comarca de Gernika (B), trece o quince; y en Allo (N), diecisiete, diecinueve o veintiuno, siempre en cantidad impar<ref>1</ref>.
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En Carranza (B) el número de huevos ''ga llaos'', fecundados, que se ponían a una gallina ''llueca'', clueca, para que los ''gorase'', empollase, no podía ser cualquiera sino impar: once, trece y hasta quince.
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En Sara (L) también debía ser impar, ''bat gutti, ''y había que colocarlos en grupos de tres, santiguándose con cada grupo antes de depositarlo en el nido<ref>2</ref>.
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También se ha recogido la costumbre de colocar un número impar de huevos en Apellániz, en la Montaña Alavesa (A); Lezaun, Bera, Romanzado y Urraúl Bajo (N).
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Sin embargo en otras localidades no se ha constatado esta preocupación porque el número de huevos fuese impar. Así en Sangüesa (N) si la gallina ''lueca ''era grande se le colocaban hasta dieciocho. En Elgoibar (G) también hasta dieciocho y si era de tamaño normal de doce a catorce. En Ajangiz (B) alrededor de una docena, a veces también catorce. Lo mismo en Apodaca (A) y Orozko (B).
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Otro asunto era el tratar de elegir el sexo de los futuros pollos. Teniendo en cuenta la estima de que gozaban los huevos en tiempos pasados, las hembras eran más valoradas que los machos.
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En Carranza para elegir el sexo de los futuros pollos se escogían los huevos por su forma: se creía que de los más redondos nacían pollas y de los más puntiagudos, pollos.
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En el siguiente apartado se recogen algunos ejemplos de peticiones que se efectuaban en el momento de poner la gallina a incubar, encaminadas a que la mayoría de las crías nacidas fuesen pollitas.
  
  

Revisión del 10:58 7 sep 2018

Ha estado muy extendida la creencia de que el número de huevos que se ponía a la gallina clueca para que los incubara debía ser impar.

Así se ha constatado en Urduliz (B), donde la cantidad de huevos dependía de la corpulencia de la gallina, oillo lokea, y podía ser desde siete hasta quince; en la comarca de Gernika (B), trece o quince; y en Allo (N), diecisiete, diecinueve o veintiuno, siempre en cantidad impar[1].

En Carranza (B) el número de huevos ga llaos, fecundados, que se ponían a una gallina llueca, clueca, para que los gorase, empollase, no podía ser cualquiera sino impar: once, trece y hasta quince.

RTENOTITLE_FIGURA

En Sara (L) también debía ser impar, bat gutti, y había que colocarlos en grupos de tres, santiguándose con cada grupo antes de depositarlo en el nido[2].

También se ha recogido la costumbre de colocar un número impar de huevos en Apellániz, en la Montaña Alavesa (A); Lezaun, Bera, Romanzado y Urraúl Bajo (N).

Sin embargo en otras localidades no se ha constatado esta preocupación porque el número de huevos fuese impar. Así en Sangüesa (N) si la gallina lueca era grande se le colocaban hasta dieciocho. En Elgoibar (G) también hasta dieciocho y si era de tamaño normal de doce a catorce. En Ajangiz (B) alrededor de una docena, a veces también catorce. Lo mismo en Apodaca (A) y Orozko (B).

Otro asunto era el tratar de elegir el sexo de los futuros pollos. Teniendo en cuenta la estima de que gozaban los huevos en tiempos pasados, las hembras eran más valoradas que los machos.

En Carranza para elegir el sexo de los futuros pollos se escogían los huevos por su forma: se creía que de los más redondos nacían pollas y de los más puntiagudos, pollos.

En el siguiente apartado se recogen algunos ejemplos de peticiones que se efectuaban en el momento de poner la gallina a incubar, encaminadas a que la mayoría de las crías nacidas fuesen pollitas.


 
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